La importancia de la gratitud
El día de acción de gracias a pesar de no ser una tradición hispana es una que debíamos acoger como nuestra, por el increíble valor que tiene. Muy pocas cosas son más importantes que la gratitud. El ser agradecido es una virtud que se ha ido perdiendo con el tiempo, pero vale la pena retomarla.
Yo se que en ocasiones la vida nos golpea tanto que es difícil ver las cosas por las que podemos ser agradecidos. Pero si solamente estamos dispuestos a abrir nuestros ojos, podemos ver tantas cosas por las cuales estar agradecidos.
Hace un tiempo escuche acerca de un hombre ciego a quien le pidieron que escribiera algo por lo cual estaba agradecido y lo que escribió fue sorprendente.
Esto es solo un pedacito de lo que escribió describiendo porque estaba agradecido:
“La temperatura de la ducha en la mañana, el placer de secarme con una toalla seca, el privilegio de poder meterme en una cama con sábanas limpias, el placer de acostarme con un pijama limpio, el bendito olor a pan tostado, la textura de salsa de tomates a la hora de almuerzo, el sol pegándome en la cara cuando camino, el olor del jazmín, las chispitas de la coca-cola pegándome en la nariz, la gentileza de una cajera en el supermercado”.
Todas estas son cosas cotidianas que por estar tan ocupados muchas veces los que si tenemos el sentido de la vista, nos negamos a ver.
Quiero terminar con otra historia esta vez fue un niño de tres años a quien su papá llevo de vacaciones a la playa. El niño estaba tan agradecido con su papá que estuvo todo el día dándole gracias. Le dio gracias por haberlo llevado de vacaciones, le dio gracias por traerle sus juguetes, le dio gracias por la comida, le dio gracias por que podían acampar y hasta le dio gracias por haberle traído su vasito preferido. El papá termino tan sobrecogido que se retiro a otro cuarto a llorar, al darse cuenta cuanto esas vacaciones significaban para el niño. En ese momento el papá deseaba poder haber hecho más por el niño y lo único que el niño había hecho era decir gracias.
Este evento me recuerda cuan parecidos somos a este niño en el área espiritual. Somos tan maduros espiritualmente como lo es ese niño de tres años. Nuestra relación con Dios muchas veces refleja mas lo que queremos de él que quien realmente él es, o significa para nosotros. Pero también me hace pensar en cómo Dios se debe sentir cuando le damos gracias.
¿Será posible que yo pueda traer una lágrima al corazón de Dios al darle gracias por todo lo que él hace por mí? ¿Podre yo tocar el corazón del creador del universo solamente al decir gracias? Gracias por la comida, gracias por la vista, gracias por mi familia, gracias por mis amigos, gracias por mi hogar, gracias por el trabajo, por poder tomar agua limpia cada día, por la verdad de las escrituras y sobre todo por el sacrificio de Jesús en la cruz…
La lista es casi interminable, pero lo importante es que tomemos un momento y expresemos nuestro agradecimiento. Porque al hacerlo podemos cambiar la vida de otros y hasta tocar el corazón de Dios.