Zaqueo era mucho más que un hombre pequeñito (Parte 2)

Esta es la parte 2 de este blog si no has leído la parte uno que salió la semana pasada, te recomiendo que lo hagas.

Mi propuesta el día de hoy, es que no fue fácil para Zaqueo dar este dinero. Fue tan difícil como lo puede ser para ti y para mí el día de hoy. Y tú puedes decir es que yo no soy rico, rico es Bill Gates o el tío Juan, que tiene cinco casas; o la persona que sea que en tu mente, defines como rico. Claro yo se que la idea de que a los ricos se les hace fácil dar, muchas veces viene cuando los medios de comunicación masiva publican la noticia de alguien famoso y con mucho dinero que dio millones de dólares, para una causa benéfica. Entonces pensamos, que como ellos tienen tanto dinero es fácil para ellos dar. Es más, pensamos que ellos tienen la obligación moral de dar. ¿Cómo es posible que alguien tenga tanto dinero y solo viva pensando en sí mismo, sin preocuparse por las necesidades de otros? Porque no me dan un poco de ese dinero a mí que tengo tantas necesidades.

Yo sé que no soy el único que piensa así. Esto es casi parte de nuestra cultura. Y en este momento no me refiero a la cultura de raza (latino, afroamericano, blanco), me refiero a la cultura económica. La cultura que dice: los ricos son los otros, son los millonarios, los actores de cine, los que dirigen las grandes compañías, algunos políticos, etc. Ellos son los ricos, yo no. Yo soy de clase media. Algunos pueden llegar a decir de clase media alta, pero no rico. Esta es la cultura que de muchas veces nos define. Pero la realidad es muy diferente. ¿Qué es ser rico?

Nos gusta compararnos hacia arriba. Nos comparamos con el que tiene más, nunca nos comparamos con el que tiene menos. No nos gusta mirar hacia atrás. Esa es una de las razones por la cual siempre queremos más. Siempre hay alguien que tiene más que yo. Siempre hay algo más que me hace falta.

Pero si examinamos la situación económica mundialmente, nuestra perspectiva tiene que cambiar. Veamos algunos datos económicos mundiales. Para el año 2005, antes de la crisis económica mundial, más de la mitad de la población del mundo vivía con menos de $2 dólares diarios. Y el 80% de la población mundial vivía con menos de $10 diarios. Ante esa realidad, si usted está leyendo esto desde la computadora de su casa o la de su trabajo, usted es rico. Si usted manejo su carro para llegar a su trabajo, usted es rico. Si usted tuvo tres comidas el día de ayer, usted es rico. Para el 80% de las personas que viven en este planeta usted es rico. Ellos darían casi cualquier cosa por cambiar las condiciones de vida que tienen por la suya.

Estas personas piensan de usted y yo lo que nosotros pensamos de Bill Gates o personas como él. Ellos piensan que como nosotros tenemos tanto dinero debe ser fácil dar, es mas ellos piensan que tenemos la obligación moral de dar. Ellos dicen de nosotros ¿Cómo es posible que alguien tenga tanto dinero y solo viva pensando en sí mismo, sin preocuparse por las necesidades de otros? Porque no me dan un poco de ese dinero a mí que tengo tantas necesidades.

Cuando miramos las cosas desde este punto, todo cambia. Al ver esta realidad entonces, yo soy el joven rico que le pregunto a Jesús ¿qué tengo que hacer para obtener la vida eterna? (Lucas 18:22-27)Y Jesús le dijo tú conoces los mandamientos y él le respondió todo eso lo he cumplido desde que era joven. Luego Jesús le dijo,  todavía te falta una cosa, vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoros en el cielo. Luego ven y sígueme. Al escuchar esto el joven se fue entristecido porque era muy rico.  A lo que Jesús comento que era más fácil que un camello entrara por el ojo de una aguja a que un rico entrara al reino de los cielos. Básicamente imposible. Los discípulos entendieron esto, tanto así que inmediatamente preguntaron. Entonces ¿Quién podrá salvarse? Y gracias a Dios Jesús respondió, lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.

Lo interesante de este relato es que si uno sigue leyendo en el próximo capítulo en Lucas 19 leemos el relato de Zaqueo quien siendo rico pudo ser salvo (Lucas 19: 9). El dio la mitad de su dinero a los pobres y devolvió cuatro veces lo que había defraudado. Esto hizo de Zaqueo mucho más que un hombre chiquitito. Pero no pierdas de vista lo importante, el no fue salvo porque dio dinero, sino que dio dinero como consecuencia de haber sido salvo. Esto lo cambia todo. Un corazón agradecido es un corazón dadivoso. Cuando dejamos de pensar solamente en nosotros nos damos cuenta que a los estándares del mundo tú y yo tenemos mucho que dar.

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