Hablar y comunicarse no son lo mismo

Mi esposa y yo enseñamos la clase de los niños de 3 y 4 años en la escuela dominical en nuestra iglesia. Esta es una experiencia única, si nunca has enseñado a niños de esa edad no sabes lo que te pierdes. Cada clase es una experiencia nueva ya que los niños tienen cada ocurrencia que son increíblemente graciosas. De hecho este blog está inspirado en una conversación que mi esposa y yo escuchamos en la clase el domingo pasado.
Pedrito: “Cuando te conviertes en pingüino te puedes resbalar con tu pancita”.
Joshia: “Mi mami dice que no te puedes resbalar con tu pancita porque te raspas”.
Pedrito: “Sí, te tienes que resbalar para quebrar con tu cabeza los bloques y pasar al otro lado”.
Joshia: “Te vas a hacer un big bubu en la cabeza y en la panza, esas cosas no se hacen”.
Pedrito: “Sí, porque tienes que llegar a donde esta bawsito para matarlo”.
Joshia, muy alterado: “Huy matar es muy malo, la biblia dice que no se mata”.
A lo que Pedrito levantando los hombros respondió: “Yo soy muy bueno matando a bawsito”.
Joshia simplemente movió la cabeza como diciendo que no, en señal de desaprobación.
Mi esposa y yo estábamos atacados de la risa con la conversación, pero yo creo que lo que más risa nos daba era el poder ver cuanto lo que estábamos escuchando se parecía a lo que había sucedido tantas veces en nuestra casa. Dos personas que estaban hablando, pero en ninguna forma se estaban comunicando. Para los que han jugado los juego de video de Super Mario Bros. Es evidente de que Pedrito estaba hablando de este juego y Joshia estaba hablando de lo que su mamá le ha enseñado.
Tantas veces lo que decimos y lo que la otra persona escucha es tan diferente como la conversación de Pedrito y Joshia. El comunicarse es mucho más que solamente hablar. Comunicarse tiene que ver con poder procesar la información que la otra persona está enviando e interpretarla. La mejor forma que tenemos para saber si estamos procesando la información de la manera correcta es el darle retroalimentación a la otra persona. Esto le da la oportunidad a la otra persona de corregir la información si la retroalimentación muestra que el mensaje se recibió de forma distorsionada.
Esto, aunque es sencillo no es fácil. Hay que practicarlo y practicarlo para poder perfeccionarlo. Mientras más practiques la retroalimentación o sea el repetirle a la otra persona lo que piensa que ella dijo, más posibilidades tienes de comunicarte. Practica la retroalimentación al hablar todos los días, vas a ver que en corto tiempo te vas a entender mejor con los que te rodean.

(Crédito de la Foto)

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